La sociedad norteamericana está acostumbrada al ambiente de la fama, el consumo de drogas y la doble moral. En los episodios de guerras más cruentos por los que ha transitado esta nación desde mediado del siglo pasado hasta la fecha el fantasma de la droga ha estado presente, lo fue en la guerra de Corea, Vietnam, Irak, entre otros eventos belicitas.
Algunos ex-gobernantes han testificados su inclinación por el consumo de ciertos tipos de drogas en su época de estudiantes o juventud.
Figuras famosas del arte y la cultura norteamericana han terminado su existencia a consecuencia de una sobredosis: Marilyn Monroe, Elvis Presley, Michael Jaksom, entre otros.
Los paradójicos es que esa sociedad en vez de odiar a estos personajes mejor les recuerda con grandes afectos y veneración. La misma sociedad que permite el consumo de sustancias prohibidas a sus ídolos para sobre dimensionarlos, en algún momento les aplica la otra moral de la penalización.
El hecho de que Bud Selig, comisionado de béisbol y vice presidente co-dueño del equipo Indios del Cleveland, en su momento se hizo de la vista gorda cuando a los genios del Beisbol se les suministraba sustancias estimulantes para sobredimensionar sus poderes y de pasos sacar a flote a la industria del espectáculo del bate y la pelota ( en riesgo de quiebra) constituye un vivo ejemplo de esa doble moral, a la vez que una forma politiquera de actuación.
Contrasta sin embargo, la actitud sádica que ahora se pretende poner en práctica contra Alex Rodríguez en una acción colegiada entre Bud Selid, los dueños del equipo Yankees de New York, y no se sabe quienes más.
Si las reglamentaciones de la Major League establecen que ante una primera falta por el delito de consumo de sustancias estimulantes y prohibidas la penalización es una suspensión por 50 juegos, y que ante una segunda falta la penalización es la suspensión por 100 Juegos, es obvio que Alex Rodríguez no debe ser llevado al pelotón por haber claudicado en una primera oportunidad.
Pretender liquidar con la pena máxima a este deportista de ascendencia dominicana es ilegal, es de mala fe, a la vez que se estila ciertos aires de discriminación y envidia. No hay dudas entonces que en contra de Alex Rodríguez se está poniendo en operación una gran conjura. El epicentro de esta conspiración es la directiva del equipo Yankees de New York, el comisionado y también co dueño de otro equipo el dictador Bud Selig. Las razones: envidias por ostentar el mejor contrato de grandes ligas, envidias porque aun con sus talentos un poco mermados (38 años) puede aun tirar por la borda records que aun constituyen especies de santuarios dentro del béisbol de la Major League. Envidias porque ha gustado a mujeres famosas. También hay mucha mala fe y discriminación.
Luis Casilla
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