Si eres madre o padre, probablemente tienes más de un álbum de fotos familiares en tu página de Facebook. Posiblemente anunciaste tu embarazo o el de tu pareja en tu estatus y por ahí siguió el asunto. Imágenes del vientre crecido, el sonograma, el rostro del recién nacido. Más adelante, escribiste las primeras anécdotas de aquel comentario que hizo y tan genial te pareció.
Antes de la aparición de Facebook, en el 2004, compartir ésta y otra información era algo que se hacía personalmente o a través de mensajes de grupo en un correo electrónico. Hoy, es decisión de muchos padres abrir esa ventana de intimidad en el mundo virtual.
Resultado de esta apertura es que 82% de los niños menores de dos años nacidos en diez países de diferentes regiones del mundo tienen alguna presencia en internet, según un estudio realizado en el 2010 por la firma de seguridad AVG, que encuestó a 2,200 mujeres.
En Estados Unidos, la cifra de menores de dos años cuya foto aparece en internet alcanzó el 92%. El segundo país con mayor cantidad de infantes con presencia virtual lo ocupó Nueva Zelanda, con 91%. Canadá y Australia, estuvieron empate, con 84%. A estas naciones le siguieron Gran Bretaña, Francia, Alemania, España e Italia. En el caso de Japón, que completa la lista de los países estudiados, 43% de los menores de dos años tenían su foto en alguna red social.
Al parecer, hay características culturales que influencian el uso de las redes sociales, pero éstas no fueron identificadas.
El estudio de AVG sí determinó el inicio de la “vida virtual” de los niños, estimándola, en promedio, a los seis meses de edad. Pero mucho antes de esta etapa puede haber señales de los chicos. En Canadá, el 37% de las madres compartió su sonograma. Francesas, italianas, alemanas y japonesas también lo hicieron, aunque fueron más reservadas. Menos de 15% lo mostró en redes sociales.
Puerto Rico no formó parte de la investigación de la agencia de seguridad, pero los puertorriqueños tienen opiniones encontradas sobre el tema. Mientras unos han adoptado las redes sociales como una forma fácil de socializar y mantener o fortalecer vínculos familiares, otros han determinado que dejarán a sus hijos la decisión de participar o no en estos círculos.
Para Lydia, una mamá primeriza de 25 años, colgar fotos de su hija de tres meses en Facebook es parte de la rutina semanal. Dice que se ha cuestionado más de una vez si es la decisión correcta y tras esas reflexiones ha optado por continuar colgando las imágenes.
“Me inclino a mantener un balance porque en el tiempo en que vivimos, las redes sociales se ha convertido en el método de comunicación con mis familiares y amigos. En Facebook, por ejemplo, hice unas listas de personas a las que le permito ver las fotos de la bebé y así me aseguro de que no todas en mi cuenta la vean.
Aunque parezca extraño, ha sido mi experiencia que mis amistades y familiares han creado un tipo de vínculo virtual con mi bebé gracias a que la ven en mi Facebook o Instagram”, señala.
En su estudio, la AVG preguntó a las madres su motivación para postear las fotos y más del 70% dijo que para compartirlas con familiares y amigos. Mientras, según el Pew Research Journalism Proyect, 68% de los usuarios de Facebook visitan la página para saber acerca de sus familiares y amigos. El 62%, lo hace para ver fotos y videos de éstos.
Para el sicólogo clínico Domingo Marqués, no hay duda de que los padres tienen buenas intenciones cuando deciden mostrar en las redes sociales lo que acontece con sus hijos. Y, tal como le ocurre a Lydia, derivan muchos beneficios al así hacerlo.
Entre las ganancias está el poder mantener informados a los seres queridos acerca de eventos o logros del menor que no necesariamente pudieron compartir personalmente. Cuando el encuentro ocurre, están al día y suelen hacer comentarios positivos al niño, preguntarle más acerca de esto o aquello.
Hay quienes reciben como recompensa de la interacción virtual lo que Marqués llama “unos minutos de fama”.
“Están alimentando su autoestima a través de los hijos. Entre más likes y más comentarios, mejor se sienten. Es parecido a cuando las abuelitas o los padres sacaban las fotos en la casa. El truco aquí es la privacidad”, observa el sicólogo.
Pero el asunto no es tan simple. Marqués llama la atención al hecho de que esa urgencia por postear las actividades también tiene otras consecuencias. La más evidente es quizás la que menos notamos: la desconexión.
“Tú vas a un concierto y pagas $80 para documentarlo. La prisa es tanta, que no puedes esperar a postear la foto después. La gente no espera. Lo mismo pasa en las actividades de los hijos. No hay problema con tomarle cuatro fotos, pero a veces los ponemos a posar y no hay retroalimentación, no hay preguntas, hay una desconexión marcada”, dice Marqués, también coordinador del grupo de interés de sicología clínica de la Asociación de Sicología de Puerto Rico.
Los adultos que hoy están criando a sus hijos recordarán haber posado para fotos familiares que luego sus padres o abuelos mostraban a la visita. Lo que no está en su memoria es que después de apretar el botón de la cámara, mamá o papá permanecerían el resto de la actividad pendientes a editar la imagen, subirla a una o varias redes sociales y luego estar pendientes al teléfono para ver a cuántas personas le gustó o qué comentarios hicieron.
“Siempre hemos documentado, el asunto es la prisa”, apunta Marqués y añade que cuando nos dejamos llevar por la distracción no participamos en plena conciencia del momento.
Los padres, apunta el sicólogo, también olvidan que los niños tienen criterio y gustos propios. Que no son una extensión de nuestros deseos. Cuando son muy pequeños, ni siquiera se dan cuenta de lo que está ocurriendo, pero al crecer, entre los 7 a 10 años, pueden incomodarse, sentirse mal o incluso ser blanco de burlas a causa de lo que sus padres, no ellos, decidieron exponer sobre su persona.
Respetar el derecho de su hija a decidir sobre su privacidad es una de las razones por las cuales Luisa decidió no colocar en las redes sociales ninguna información sobre ella.
“Mi filosofía es respetar la individualidad de los hijos. las personas, por lo general, entienden a sus hijos como una extensión de sí mismos. Yo difiero enérgicamente de esa visión”. comenta la mujer de 36 años.
Ella no es la única en opinar de forma parecida. Lucía decidió junto a su pareja no postear fotos de su primer hijo, nacido el año pasado.
“Nuestro niño es un individuo que merece intimidad y lo que decida compartir es una prerrogativa de él y no nuestra, así es que él tendrá que decidir qué comparte en el futuro”, establece.
Para Luisa, también es importante que cuando su hija crezca ejerza un juicio responsable e informado sobre el uso de las redes sociales. Quiere enseñarle acerca del tema, principalmente, con su ejemplo.
“Siempre digo: con qué moral le voy a decir a mi hija adolescente que controle la difusión de su imagen cuando yo no la he respetado. Cómo le digo que no ponga tanta información personal si tengo mi árbol genealógico con detalles de dirección y demás”, apunta la mujer.
Para todos los padres y madres entrevistados, el tema de la seguridad es importante, sin importar cuánto determinan publicar en las redes sociales.
En algunos casos, la respuesta a esta inquietud es no postear nada. Otras veces, utilizan controles para seleccionar quienes tienen acceso a sus perfiles, aunque lo cierto es que una vez la información está en el espacio virtual no hay garantías absolutas de privacidad.
“Posteo fotos de mi hijo, pero no muchas ni de cosas que considero comprometedoras. Es como poner fotos en tu casa u ofina. La diferencia es que la audiencia es mas grande, aunque quizás subestimo el peligro”, dice Francisco, quien considera inadecuado colgar imágenes de niños de otras personas.
Tanto Marqués como la trabajadora social Rita Córdova, aconsejan a los padres ser cuidadosos con las decisiones que toman en torno a los datos e imagen de sus hijos. Algunas alternativas son escoger las personas que tienen acceso a los mismos.
“Yo aconsejo cautela. Facebook puede ser muy útil, si es bien utilizado. Pero tú no sabes quién está viendo o cuán bien tú conoces a la gente”, indica Córdova.
Además, la trabajadora social opina que Facebook no debe sustituir la interacción personal.
Marqués ofrece como alternativa a dar a conocer todo lo que hacen los hijos a través de las redes, crearles un correo electrónico a su nombre y enviarles al mismo las anécdotas y fotografías de los momentos importantes. Cuando tengan edad suficiente para hacer uso de la tecnología, pueden darles de regalo la contraseña.
Abrirán el correo y seguramente se sorprenderán con el contenido que es suyo, igual que suya sería la decisión de qué hacer con él. Quien sabe si Facebook exista. Quien sabe si lo postean.
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