Las brisas navideñas están tocando las puertas y ventanas de los hogares, de nuestros corazones, del país, dejémoslas entrar. Hemos estado tan distraídos con los problemas del diario vivir, que no nos hemos dado cuenta del significado de esa suave caricia en nuestros rostros, de ese refrescante e insinuante aire en el ambiente. Traen mensajes de amor, paz y alegrías. Quieren barrer con todo lo desagradable. Llaman la atención hacia cosas hermosas de la vida. Son síntomas de la navidad. Ellos hablan del nacimiento de Jesús, el hijo de Dios.
Detengámonos a analizar su vida. Llueven las lecciones positivas sobre como ser feliz sin complicaciones. Vamos a analizar este cambio de clima. Dejemos los afanes. ¡Soltemos las tensiones! Salgamos a pasear. Visitemos esa tía que nos brinda el café en la cocina. Vamos a poner flores y música alta en el hogar. Escuchemos los abuelos, padres e hijos sin controlar el tiempo. Seamos generosos con niños y ancianos desvalidos.
Con herramientas simples, Jesús fue lo máximo como político. Los líderes nacionales deberían reflexionar sobre sus principios y métodos de acción. Quería que comprendiéramos que somos iguales y que lo más valioso no es tener dinero ni cosas materiales sino firmes valores espirituales. Sentir paz interior. Compartir.
Luchó por la igualdad y justicia social. Para que reinara la armonía en el mundo, eligió un método al alcance de todos pero que solo los valientes y de fuerte personalidad usan. Esta basado en el amor, la humildad, el perdón. Nada de odio ni orgullo ni prepotencia ni ambición.
Es obvio, que el friito de la navidad es una forma delicada de recordar a Jesús. Nos serena para pedirnos que dejemos a un lado los rencores, violencia, vanidad, el afán enfermizo de dinero y bienes materiales, que pensemos en el bienestar colectivo, en el prójimo. Que imitemos a quien siendo hijo del Creador del Mundo, vivió como el más pobre, sin hacer alardes de poderes y quien aun siendo injustamente azotado, vilipendiado y crucificado, nunca dejó de amar y perdonar. Esos principios son efectivos, dan paz. Tienen el mágico encanto de permitirnos ver, que tan pequeño son los que se exhiben gigantes.
No olvidemos que la vida es una y termina. “Ama a tu prójimo como a ti mismo”. Las directrices divinas jamás deben ser olvidadas. Dejemos esas ambiciones que nos impiden ver cosas valiosas. Todo queda. Llenemos el corazón de íntimas alegrías. Vamos a dar afectos y compartir lo poco o mucho que tenemos con quienes lo necesiten. ¡Abramos las puertas a las brisas de la navidad!!. Despejará nuestra mente, serenará el YO interior y surgirán luces y mejores caminos.
En la época de navidad, la brisita fresca, el sol tibio, la nieve, todos esos cambios mundiales en la naturaleza, indiscutiblemente, han sido enviadas por Dios, para a través de ellos, abrazarnos, unirnos y llenarnos de amor, paz y alegrías. !Felices pascuas para todos y muchas bendiciones en el 2014!!.
Por VENECIA JOAQUIN
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