A la opinión pública mundial se le confunde al informár de una inminente intervención militar a Siria, de hecho esa intervención hace años que existe, y prueba de ello es el cada día más ascendente estado de inestabilidad económica y la destrucción de su infraestructura física por la que atraviesa este país del Medio Oriente.
Es poca probable una intervención en mayor proporción por parte de los Estado Unidos, sus aliados europeos, y los del Medio Oriente. Más bien el plan es presionar para la salida obligada del presidente Sirio; Bashar Al-Assad.
Aunque la sociedad Norteamérica cada día se muestra más indiferente a los temas de la política local e internacional, la verdad es que está mirando con muchas ojerizas este plan de ampliar guerras en una zona tan neurálgica como siempre lo ha sido el Medio Oriente.
Hoy mismo las Naciones Unidas le dice al gobierno de Norteamérica que si tiene pruebas sobre el uso de armas químicas por parte de Siria, pues que la comparta con ellos. “Esto es, nosotros las Naciones Unidas, estamos buscando las pruebas, pero no las hemos encontrado, si ustedes las poseen, pues compártanlas”.
Claro, que las clarinadas de guerra y de intervención buscan sacar del contexto el caso de Snowden, los espionajes electrónicos, entre otros.
Aunque se ha intervenido en otras ocasiones muy a pesar de la oposición del consejo de Seguridad del las Naciones Unidas, la realidad de Siria y la sobrada inteligencia de los gobernantes norteamericanos aconsejan no accesar a la riesgosa y peligrosa aventura de intervenir a este país a pesar del veto del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
Las guerras de intervención que desatan las naciones poderosas en contra de los más débiles, aunque acorto y mediano plazo dejan sus beneficios económicos y políticos. En definitiva contribuyen al ya muy desequilibrado orden global, lo mismo que a la proximidad de una confrontación belicista generalizada.
¡SEAMOS ENTES DE PAZ, NO A LAS GUERRAS!
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