La estudiante A (protegemos su nombre por razones legales y sociales) empezó el proceso de traspaso de una escuela a otra. No quiere seguir en el centro donde actualmente cursa el segundo de bachillerato porque ahí ya no se siente bien acogida. Prefiere partir con sus papeles, sus calificaciones, que en promedio superan los 80, y con sus deseos de un día convertirse en pediatra, a un lugar donde no le rechacen por lo abultado que se vea su vientre.
Residente en el sector de Herrera, ya hizo el examen de admisión para un politécnico en Las Caobas, donde le permitirán ingresar con sus tres meses de embarazo. La decisión de irse no hace feliz a esta adolescente de 16 años. Por el contrario, la entristece. Pero entiende el cambio de plantel como la única salida a la situación de incomodidad en que se ve sometida en la escuela desde que, según dice, se descuidó con un tratamiento y quedó embarazada.
Hace mención sobre todo al acoso de una profesora que de manera despectiva se dirige a ella como "La preñaíta".
Recuerda que antes de estar embarazada, todos la trataban bien, incluso la profesora, pero que ahora se siente rechazada. Comenta además que en el centro educativo existe el rumor generalizado de que si alguna se embaraza antes del tercer grado, "la Dirección te bota". "A mí no me sacaron porque cuando se dieron cuenta ya iba para los exámenes, pero a una amiga mía la botaron. Yo me la encontré un día en la consulta y me dijo que ella no volvió porque la sacaron y le dieron sus papeles", dice.
La práctica de apartar a las jóvenes embarazadas, casi siempre con cambios de horario para que no "afecten" al resto del curso, sigue dándose en las escuelas muy a pesar de las disposiciones legales que lo prohiben.
Un profesor, que prefirió mantener el anonimato, recuerda a cuatro jóvenes con edades entre 15 y17 años que se embarazaron durante el periodo 2004-2007, en una escuela del Ensanche La Fe.
"En tres de los casos la administración de la escuela dispuso el cambio de éstas a otros centros, en horario diferente para supuestamente evitar el `contagio` de su decisión como si se tratara de una condición de salud", dice. Narra que una de las tres jóvenes protestó por la medida, pero que finalmente fue enviada a otro centro, en horario nocturno. El profesor cuenta que la cuarta joven logró mantenerse en la escuela ocultando el embarazo, con la complicidad de dos profesores y algunos compañeros de curso, pero que cuando la Dirección se enteró, la conminó a marcharse a otro plantel. "Ella se resistió y pudo terminar sin mayores dificultades su ciclo", dice.
De la cantidad de jóvenes expulsadas o cambiadas de plantel no hay reportes oficiales. En el Ministerio de Educación evitaron opinar sobre ese aspecto. En el Consejo Nacional de la Niñez (Conani), entidad que vela por los derechos de niños, niñas y adolescentes, indican que los casos de este tipo que reciben son aislados, no porque no ocurran, sino por una cuestión cultural. "La gente se resigna y, para que no le maltraten el niño, cumple con lo que la escuela establece", sostiene Aly Peña, Consultora Jurídica de la entidad.
¿Se elimina el problema?
La Ley 136-03, que crea el Código para la Protección de los Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes, indica en su artículo 45: "Todos los niños, niñas y adolescentes tienen derecho a la educación integral de la más alta calidad, orientada hacia el desarrollo de sus potencialidades y de las capacidades que contribuyan a su desarrollo personal, familiar y de la sociedad".
Y en el acápite E, del artículo 48 de la misma ley se indica claramente que: "Se prohiben las sanciones, retiro o expulsión, o cualquier trato discriminatorio por causa de embarazo de una niña o adolescente".
Pero como comenta Cheila Valera Acosta, oficial de Educación del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), la práctica del retiro o cambio de turno de las niñas se justifica en una pretensión errada de querer "eliminar el problema".
"Sí, porque se cree que el problema no existe. Mis estudiantes en la universidad me dicen que los maestros creen que es un virus (el embarazo) y que si lo sacan, terminan la epidemia. Es lo que piensan… pero la realidad demuestra lo contrario", reflexiona.
El embarazo en adolescentes es una preocupación latente en el país por su alta incidencia. El Ministerio de Salud Pública estima que solo en 2012, en los hospitales públicos se realizaron 122,623 atenciones al parto. De éstas, 35,936 correspondieron a adolescentes entre 12 y 19 años, equivalentes al 29%.
De la cantidad de embarazadas en las escuelas tampoco se ofrecen cifras oficiales, pero algunos centros consultados reportaron varios casos. En la escuela República de Guatemala, de la Urbanización Renacimiento, se reportaron seis embarazadas en una población de 400 estudiantes de media. Una profesora de la Escuela Santa Ana de Capotillo confió a DL que en el centro hay unas 18 jóvenes embarazadas, las cuales serían "reubicadas" para el próximo año escolar.
Cambio de aula, ¿también de interés?
En el plantel educativo al que asiste la estudiante A, sostienen que no existe exclusión ni maltrato. La orientadora habla in extenso de las charlas que se da a las estudiantes para evitar que salgan embarazadas, sobre las consecuencias que ello pueda traer a sus vidas y de cómo deben seguir adelante y no detenerse por el embarazo.
Como parte de esas charlas se les advierte también que si salen embarazadas tendrán que cambiar a la tanda de la noche al año siguiente, pues sólo se le permite terminar en ese turno el nivel en curso. "Eso es porque, según Educación, nosotros trabajamos con niñas. Ya una muchacha que ha estado embarazada se supone que hasta, incluso, se pudo haber casado y haber pasado a ser una mujer. Ya no tiene los mismos intereses que los demás estudiantes...y puede influenciar a que las demás también puedan creer que pueden salir embarazadas y que la vida continúa igual", expone.
El estudio "El embarazo en Adolescentes en la República Dominicana", presentado por la Asociación Dominicana Pro-Bienestar de la Familia (ProFamilia) y el Centro Nacional de Investigaciones en Salud Materno Infantil Dr. Hugo Mendoza (Cenismi) en 2011 refiere, citando investigaciones de 2008, que el embarazo entre adolescente figura entre las primeras causas de rezago y deserción escolar entre las jóvenes dominicanas.
Pero plantea que: "los estudios cualitativos más recientes sobre este tema indican, no obstante, que se trata más bien de la expulsión, más o menos encubierta, de las jóvenes embarazadas del sistema educativo, particularmente en el caso de los centros públicos".
Es discriminación
Para la consultora jurídica de Conani, Aly Peña, la práctica de cambiar a las estudiantes, sea en el año actual o al siguiente, constituye una discriminación penalizada por ley. "Es un práctica que han incurrido ellos (las escuelas), pero es violatoria", dice, al tiempo que recuerda los mecanismos que tienen los afectados para denunciarla, tanto en el Distrito Escolar al que pertenezca, en el Ministerio de Educación y, de ser necesario, en los tribunales de justicia.
Recuerda que no siempre que una joven esté embarazada implica que haya cambiado su mentalidad, pues aunque algunas están en situación de calles, otras quedan de forma accidental o porque fueron abusadas.
Efectos de expulsar a una embarazada
Cuestionada sobre los efectos que tiene en la estudiante la expulsión de un centro de estudio, la directora de Orientación y Psicología del Ministerio de Educación, Francisca Ferreira lo explica en una larga lista de enunciados de los que sólo se citan algunos: "Sentimientos de minusvalía, baja autoestima, se sienten culpables ante el rechazo, frustración personal, temor, vergüenza, desesperación, angustia, estrés, depresión, aislamiento, sentimientos de fracaso, deserción escolar, repetición temprana de embarazo, abandono de las amistades, inseguridad social y económica".
Y por todo ello, plantea que lo recomendable es que la adolescente permanezca en los centros educativos, en donde -dice- se les ofrecen los servicios de orientación, apoyo psicoafectivo y fortalecimiento de la autoestima, entre otras ayudas.